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 DESDE BROADWAY CON AMOR por Diego Rebollo 

 

“The Drowsy Chaperone: Valiosa antigüedad”.

 

Recuerdo que cuando llegué a Nueva York uno de los últimos musicales que me apetecía ver era The Drowsy Chaperone. A pesar de que sabía que en el año de su estreno había tenido el mayor número de nominaciones a los premios Tony (13) y siendo el musical que mas consiguió finalmente (5 , escapándosele el de mejor musical en manos de “Jersey Boys”) algo me echaba para atrás de este montaje. Su olor a antiguo. Todo, desde la música que había escuchado, pasando por el vestuario, la escenografía o el diseño de su logo e imagen para mi gusto tenía un sabor a viejo y rancio. No me atraía en absoluto y lo había estado evitando sucesivamente cada vez que tenía que tomar la decisión de acudir a uno u otro musical. ¡Y mira que es difícil evitarlo! Este show no podía estar más céntricamente situado, ocupando el autentico corazón de Times Square ya que se representa en el Marquis Theater, teatro albergado dentro del céntrico Marriott Marquis Hotel. De hecho, cuando miles de turistas pasan cada día por la taquilla de TKTS (situada en los bajos de ese hotel hasta la remodelación de su antigua ubicación en la confluencia de Times Square) no pueden evitar ver un cartel de proporciones absolutamente descomunales tapizando la totalidad de la pared en la que la gente se apoya hasta que la cola avanza y llegan hasta la ventanilla de TKTS. Es imposible no ver ese cartel si pasas por ahí, y si te fijas un poco más y te paras a leer lo que está escrito verás que hacen bromas continuas con el hecho del tiempo que lleva la gente esperando en la cola. Cada pocos metros hay una foto de uno de los personajes con un bocadillo estilo comic en el te recuerdan que estas harto de esperar y que sería mucho mas fácil acudir a la taquilla del Marquis Theatre a comprar entradas para The Drowsy Chaperone. Es un método original para atraer espectadores y se valora la creatividad pero no deja de parecer una especie de suplica con la que poder llenar su patio de butacas.

Tras obviarlo constantemente un día llegó el momento inevitable, había intentado conseguir entradas de estudiantes o ganar la lotería en otros shows pero no había tenido éxito. Mi única alternativa era dirigirme a la única lotería que se hace a las 7pm de la tarde, la de The Drowsy Chaperone. Casi deseaba que no me tocara porque era un viernes por la noche y no tenía muchas ganas de ver un musical de este tipo. La verdad es que no había demasiada gente intentando conseguir entradas y cuando la mano inocente empezó a decir los nombres de los agraciados rápidamente pronunció el mío. Tuve una extraña mezcla entre alegría porque me tocara y pesadumbre por verme irrevocablemente obligado a ver al fin este show.

 

 

Es irónico porque a pesar de estar situado en el corazón de Times Square y de los enormes carteles que lo anuncian es un tanto difícil encontrar la forma de entrar al teatro. Aún sabiendo que está en un hotel te imaginas una puerta a pie de calle pero no es así, hay que entrar en el Marriott Marquis Hotel y subir hasta el piso donde está localizada la entrada al teatro. Ante todo es un lugar algo curioso, digamos que es como si entraras a uno de estos salones para reuniones de empresas pero una vez dentro te das cuenta de que es un teatro como tal, y no de los más pequeños precisamente, sólo que está dentro de las instalaciones del hotel. Es además bastante emocionante el hall que precede a la entrada ya que está decorado con un montón de carteles de musicales de todas las épocas.

Procedí a sentarme en la primera fila que es la asignada para los ganadores de la lotería, y a intentar disfrutar de un show del que no tenía absolutamente ninguna esperanza. El espectáculo comenzó y se produjo el milagro. El musical comienza con un personaje llamado “El Hombre de la Silla” hablando directamente al público. Comenta su amor por los musicales clásicos y añora cierto tipo de encanto y de espectáculos que se han perdido con el tiempo. Tengo que decir que me cautivó desde el primer momento y sus reflexiones me parecieron tremendamente divertidas. A lo largo de la obra no deja títere con cabeza y se mete con los estereotipos de Disney, con los turistas que no hacen más que quejarse de porqué no hay más baños en el teatro, con los musicales tremendamente largos… Él lo único que desea y lo único que le pide a los musicales es que le entretengan y que le hagan pasar un rato agradable olvidándose de los problemas cotidianos. Es por eso por lo que añora los musicales clásicos en la que los argumentos eran disparatados y entretenidos y en los que sólo se pretendía crear un buen espectáculo de diversión. De pronto comienza a rebuscar entre sus antiguos vinilos y rescata el de un musical de los años 20 llamado “The Drowsy Chaperone”. Y de ese modo, metiendo el vinilo en su tocadiscos, comienza la historia. El Hombre de la Silla empezará a contarnos cuáles eran sus personajes, su argumento… y poco a poco el escenario que representaba el viejo su apartamento se va transformando en la escenografía de aquel musical de los años 20 y se van presentando los diversos personajes. Creo que éste es uno de los aciertos de este show, lo bien integradas que están las reflexiones del narrador situadas en el momento actual, con la representación de aquél antiguo musical del que nos está hablando.

“The Drowsy Chaperone” se va interpretando sobre las tablas a la vez que el Hombre de la Silla va intercalando de vez en cuando comentarios sobre los personajes, los actores, el argumento, o reflexiones sobre la diferencia entre los shows de entonces y los de ahora. Los personajes que pueblan ese antiguo espectáculo son absolutamente cómicos e inspirados en los estereotipos de la época. De ese modo veremos a la dulce pero a la par narcisista novia, la acompañante borracha que da título al musical, al galán con el que se va a casar, un latin lover, una pareja de mafiosos, una de humoristas de vodevil de la época… Todos  y cada uno de los actores está estupendo en su papel y crea unas composiciones de personajes tremendamente divertidas a la vez que entrañables. Y quizás entrañable sea una de las palabras que definan el musical en su conjunto, no puedes dejar de sentir cierta ternura por ese narrador amante de los musicales y por esos personajes salidos de aquella época dorada.

 

 

El argumento gira alrededor de una boda y de múltiples equívocos e intencionadamente no tiene ni pies ni cabeza ya que lo que pretende reflejar es aquellas historias imposible de esa época en la que todo era mucho más simple y sólo se buscaba la diversión del público. El Hombre de la Silla nos irá explicando numerosas anécdotas sobre este supuesto musical que existió entonces y las va intercalando con retazos del actual estado de su vida y de los musicales de Broadway.  La historia está tremendamente conseguida ya que esta extraña mezcla fluye con naturalidad y aunque es todo tremendamente divertido, hay pequeños detalles dramáticos relacionados con la vida del Hombre de la Silla perfectamente mezclados. Hace que tengas una tremenda simpatía hacia éste personaje y lo que le acontece, compartas o no sus críticas al mundo del musical de hoy en día. En esas reflexiones reside gran parte del humor de la obra, llegando incluso a suprimir el intermedio porque considera que es algo que corta el ritmo de la obra cuando está en su mejor momento. Los grandes musicales espectáculo de los finales de los 80 y principios de los 90 que atraen al gran público y a los turistas como Miss Saigón y su helicóptero, Cats, Los Miserables o Saturday Night Fever son objeto de burla y, estés de acuerdo o no con su opinión, son comentarios que funcionan perfectamente a modo de broma en la boca de este peculiar narrador amante de los musicales.

Por lo demás podéis encontrar grandes escenografías, buen vestuario, canciones al estilo de la época y un diseño en general que nos transporta a aquella época dorada de Broadway. Incluso en pequeños detalles como el merchandising podremos ver este estilo ya que venden un disco de vinilo con las canciones del musical y en el brochure podemos encontrar una sección con “recuerdos entrañables” de la afición del Hombre de la Silla por los musicales.

Definitivamente es un musical que me encantó por su originalidad, por lo bien construido y por el cariño que desprende hacia el género, pero reconozco que no es musical que cualquiera vaya a apreciar. Como a mí me pasaba en un comienzo da una imagen de musical antiguo que sólo tus padres o tus abuelos querrían ir a ver. Por otra parte, sus referencias al mundo de Broadway y los musicales en general son múltiples y constantes y son el hilo conductor de la obra por lo que alguien no muy experto en el tema también puede disfrutar del musical pero se perderá muchos detalles y no apreciará el conjunto global del espectáculo.

Su fututo es algo incierto, en Londres ha sido un fracaso y aquí tiene esa incómoda fama de ser uno de los musicales de menos éxito de los que están actualmente en cartel. El día que yo acudí el teatro estaba lleno pero la semana pasada por ejemplo, en un reportaje de la revista Time Out sobre cómo conseguir entradas baratas y de última hora para el teatro en Nueva York, recomendaba ir a los menos exitosos como “The Drowsy Chaperone”, comprar la más barata y cambiarse de sitio. Citaba que hubo un día en el que sólo tuvo un porcentaje de ocupación del 59,3% y en España en muchos teatros se darían con un canto en los dientes con esa cifra pero para Broadway es muy escasa. Es una pena que haya cogido esta fama y, aún reconociendo que yo mismo pensaba que era un musical antiguo y que no merecía la pena, nada como asistir a una de sus representaciones para darme cuenta de que hay veces que te haces impresiones equivocadas. “The Drowsy Chaperone” no es musicales con melodías pop o que atraiga a los adolescentes, pero es un muy buen espectáculo que espero que siga encontrando su público, entre ellos, el de muchos de los amantes del teatro musical.

Lo mejor: Los comentarios del Hombre de la Silla respecto a la situación de los musicales en la actualidad, auténticamente divertidos.

Lo peor: Será difícil para el público no experto en musicales entender muchas de las bromas que se suceden a lo largo del espectáculo.

¡Hasta la próxima semana!

 

Desde Broadway con amor,  Diego Rebollo.

 


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