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 DESDE BROADWAY CON AMOR por Diego Rebollo 

 

“Spamalot: Decepciónalot”.

 

Me cuesta abordar la crítica de “Spamalot” ya que es un musical que, de un modo u otro, tenía muy idealizado. En general me suele gustar bastante el humor negro y el absurdo, del que los Monty Python hacen gala en sus películas y series de televisión. A pesar de ello, nunca he sido un fan acérrimo del grupo. He visto varias de sus películas o sketchs y me he reído en bastantes ocasiones con sus ocurrencias, pero digamos que no formo parte de la extensa legión de seguidores que veneran “La vida de Brian” o “Los caballeros de la mesa cuadrada”. Aún así había tenido la oportunidad de escuchar el cd y ver varios vídeos  del musical y me parecía absolutamente excepcional, con unas voces increíbles y unas letras divertidísimas. Además, éste show ha ido ganando un gran número de seguidores que alaban sus virtudes a los cuatros vientos y a los que he escuchado pacientemente por lo que mis expectativas eran muy elevadas.

Por todo ello no pude evitar albergar una gran sonrisa cuando conseguí tickets de standing room baratos para ver la obra un viernes por la noche. Era una especie de acontecimiento muy esperado y que por fin iba a tener lugar, iba a poder ver el multipremiado y del que tanto había odio hablar “Spamalot”.

Para empezar, el propio entorno es absolutamente impresionante ya que la obra se representa en uno de los teatros más bonitos de Broadway, el “Shubert Theatre”. Estar allí te da esa sensación que te invade cuando visitas el Coliseo Romano o la Torre Eiffel, sabes que estás en un sitio histórico y que muchas cosas y mucha gente ha pasado en sus años de historia. A alguno puede sonarle algo exagerada mi apreciación pero si os digo que es un teatro que lleva construido desde 1913 y que allí se han representado obras clásicas de Rodgers y Hart, que allí actuó en Broadway por primera vez Barbra Streisand y que fue la casa de “A Chorus Line” desde 1975 y durante 15 años quizás os podáis hacer una idea de toda la historia que alberga en su interior. Situado en el número 225 West de la calle 44 su propia entrada ya tiene algo especial. Se accede a él por una especie de callejón repleto de carteles con anuncios de musicales y en la misma manzana están localizados teatros que representan clásicos como el propio “A Chorus Line”, “Los Miserables”, “El Fantasma de la Ópera” o “El Rey León”. El marco es incomparable y no hace sino incrementar la idea de que vas a asistir a algo único y espectacular.

¡Qué perjudicial es en ocasiones acudir con determinadas expectativas a un espectáculo! Hay veces que llevas muy malas referencias y el show termina gustándote y no lo encuentras tan malo y otras que te han hablado tan bien de él que no puedes evitar sentirte decepcionado por lo que estás viendo… e indudablemente éste es uno de estos casos.

Creo que mis grandes decepciones se han centrado en tres aspectos, el personaje de Lady of the Lake, la puesta de escena y lo incomprensible de su acento y juegos de palabras.

Sara Ramírez, ganadora del Tony por su interpretación original del personaje de Lady of the Lake había dejado el listón muy alto y su voz en el cd sonaba de manera prodigiosa. Yo tuve la ocasión de ver a Jenny Hill, la cover de la actual protagonista, Marin Mazzie y no puedo evitar decir que me decepcionó absolutamente. Creo que la mayoría de los mejores números del musical están protagonizados por este personaje y su particular voz de soprano y su exagerada y divertida forma de cantar hacen que sean únicos pero Jenny Hill fue incapaz de alcanzar ninguno de éstos registros. Cada vez que escuchaba una canción protagonizada por ella esperaba al gran climax final en el que se desgarrara la voz y nos dejara pegados a la butaca pero eso nunca ocurrió. Y eso sí ocurría con Sara Ramírez. Su interpretación actoralmente hablando no era mala y era divertida pero arrastraba esa carencia vocal que para mí le restaba más de un 50% a la potencia de su personaje.

Una vez más mis imaginaciones y expectativas me jugaron una mala pasada también en el tema de la escenografía. Tras ver varias fotos, vídeos y escuchar las canciones me imaginaba unas puestas en escena impresionantes al más puro estilo Broadway, y sí, las tiene, pero no al nivel que yo esperaba. Hay muchos cambios escenográficos y varios momentos cumbre con muchos elementos en escena, bailarines por doquier, música a todo volumen, voces a pleno rendimiento… Pero una vez más, esperaba algo más “especial” y no me llegó ni me emocionó en exceso. Otra vez las altas expectativas fueron unas malas compañeras.

 

Y mi triunvirato de decepciones se completa con el lenguaje. Muchas veces es muy difícil intentar entender lo que dicen en un musical pero es que en “Spamalot” es prácticamente misión imposible. El acento británico y muchos juegos de palabras pueblan todo la obra haciendo terriblemente complicado seguir el hilo en ocasiones. Quizás esto no pueda considerarse una decepción, simplemente la propia idiosincrasia de la obra pide este tipo de acento pero eso no quita para que te frustre en determinadas ocasiones que todo el mundo se ría y tú no sepas muy bien qué está pasando en escena.

 

Pero no todo es malo y no quiero que esta crítica sea demoledora porque para nada es un mal musical, sólo que no ha llegado a lo que yo, particular y personalmente, esperaba de él. Los que acudáis a verlo podéis encontraros muchas cosas positivas, canciones muy buenas, diferentes y creativas, elenco con una comicidad aplastante y sobre todo multitud de referencias a Broadway que conquistarán a más de uno. Realmente, todo el argumento gira en cierto modo alrededor de Broadway y no deja de ser una especie de homenaje-parodia constante. Hay desternillantes escenas en las que se hace clarísima alusión a otros musicales como “El Fantasma de la Ópera”, “Los Miserables”, “West Side Story”, “El Violinista en el tejado”, “Los Productores”, “Cantando bajo la lluvia” e incluso a cantantes como Barbra Streisand o Cher. No quiero desvelaros en que momento aparecen, unas son muy evidentes y otras son más sutiles pero es una especie de juego conseguir adivinar cuantas referencias a musicales y cultura popular desfilan a lo largo del show.

Tremendamente original me parece la forma de comenzar el musical, en el que tras una equivocación entre “England” y “Finland” asistimos al comienzo de un musical ambientado en las frías tierras nórdicas. La broma va mucho más allá y en un alarde de creatividad tanto en el “Playbill” como en el brochure dan múltiples y divertidos datos sobre ésta imaginaria producción.

Mi recomendación es que se debe acudir a este show con la cabeza libre de expectativas y preparado para recibir lo que van a ofrecerte sin intentar hacerte ideas preconcebidas. Si vais como yo esperando ver a un clon de Sara Ramírez o las increíbles puestas en escena que te has imaginado escuchando las canciones vas a salir decepcionado. En cambio, si vais exclusivamente a disfrutar de esta fiesta del humor y este homenaje-parodia a la esencia de lo que significa y conlleva Broadway disfrutaréis de lo lindo.

Lo mejor: Las canciones “The Song That Goes Like This” y ”The Diva´s Lament” son excepcionales, combinan una música al más puro estilo de balada de Broadway con una letras con las que llorarás de la risa.

Lo peor: Algunas bromas son muy particulares del tipo de humor de los Monty Python y los que no estén muy familiarizados con éste grupo tendrán problemas en comprenderlas.

¡Hasta la próxima semana!

Desde Broadway con amor,  Diego Rebollo.

 


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