MUSICALS ON LINE - El Fantasma de la Opera - Historia

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Dossier de prensa de la película


Ficha artística

El Fantasma: Gerard Butler

Christine: Emmy Rossum

Raoul: Patrick Wilson

La Carlotta: Minnie Driver

Madame Giry: Miranda Richardson

Andre: Simon Callow

Firmin: Ciaran Hinds

Piangi: Victor McGuire

Meg Giry: Jennifer Ellison

Lefevre: James Fleet

 


Sinopsis

            Su voz la llama, educando su extraordinario talento desde las sombras de la Ópera donde la inocente corista Christine (Emmy Rossum) tiene su hogar. Sólo la profesora de ballet Madame Giry (Miranda Richardson) sabe que el misterioso “Ángel de la Música” de Christine es en realidad el Fantasma (Gerard Butler), un desfigurado genio musical que habita en las catacumbas del teatro, aterrorizando al elenco de artistas que viven y trabajan allí. 

            Cuando la temperamental diva La Carlotta (Minnie Driver) abandona, en mitad de una prueba de vestuario, la última producción de la compañía, los entusiastas nuevos dueños del teatro (Simon Callow y Ciarán Hinds) no tienen más opción que convertir a Christine en la protagonista de la obra..

            Su fascinante interpretación en la noche del estreno cautiva al público y al Fantasma, que se dedica en cuerpo y alma a convertir a su protegida en la nueva estrella de la ópera. Pero no es el único hombre poderoso que se siente impresionado por la joven soprano, pues Christine pronto se ve cortejada por el acaudalado mecenas del teatro, el Vizconde Raoul de Chagny (Patrick Wilson).

            Aunque cautivada por su carismático mentor, Christine se siente innegablemente atraída por el apuesto Raoul, enfureciendo al Fantasma y provocando inconscientemente  un dramático crescendo de vertiginosas pasiones, feroces celos y amores obsesivos que amenazan con llevar la situación más allá de los límites.

 
Ficha Técnica

 Dirección: Joel Schumacher

Guión: Andrew Lloyd Webber y Joel Schumacher

Producción: Andrew Lloyd Webber

Producción Ejecutiva: Austin Shaw, Paul Hitchcock, Louis Goodsill, Ralph Kamp, Jeff Abberley, Julia Blackman, Keith Cousins

Coproducto: Eli Richbourg

Dirección Fotografía: John Mathieson

Diseñor de Producción: Anthony Pratt

Montaje: Terry Rawlings A.C.E.

Diseño de Vestuario: Alexandra Byrne

Efectos Visuales: Nathan McGuinness

Coreógrafía: Peter Darling

Música: Andrew Lloyd Webber

Letras: Charles Hart

Letras Adicionales: Richard Stilgoe

Coproducción Musical: Nigel Wright

Dirección Musical: Simon Lee

UN PROCESO DE COLABORACIÓN DE QUINCE AÑOS

            Basada en la novela “El fantasma de la ópera” de Gaston Leroux, el fenómeno musical de Andrew Lloyd Webber es la producción teatral o cinematográfica de mayor éxito comercial del mundo, habiendo recaudado a nivel mundial más de 3200 millones de dólares.

            Desde su debut en el Majesty’s Theatre del West End londinense el 9 de octubre de 1986, el popular musical ha sido visto por un público estimado de 80 millones de personas.

            Más de 65.000 representaciones de El Fantasma se han celebrado para el público en 18 países de todo el mundo. Las producciones de El Fantasma han ganado 50 importantes premios, incluyendo tres Premios Olivier, siete Premios Tony, siete Premios Drama Desk y tres Premios del Círculo de Críticos Extranjeros. 

            La primera producción de Broadway de El Fantasma de la Ópera se estrenó en el Majestic Theatre de Nueva York en enero de 1988, y desde entonces se ha convertido en el segundo musical más longevo en la historia de Broadway (después de Cats, del propio Lloyd Webber), representándose para más de 10,3 millones de personas. Las actuales producciones en el Majestic de Broadway, en el Her Majesty’s de Londres y la gira por Estados Unidos continúan batiendo récords, emocionando al público y consiguiendo la aclamación de la crítica.

            Editada en 1987, la grabación del reparto original de musical, con interpretaciones de Michael Crawford como el Fantasma y Sarah Brightman como Christine, es el álbum de su género más vendido de todos los tiempos, con más de 40 millones de copias. Fue el primer álbum de un reparto en la historia musical británica en entrar al número uno de las listas, y desde entonces ha sido disco de oro y platino en el Reino Unido y en los Estados Unidos.

            Un testimonio de la perenne popularidad de El Fantasma es un plan, actualmente en desarrollo, para una instalación permanente del musical en el hotel-casino Venetian de Las Vegas, Nevada. En la primavera de 2006, una versión de 90 minutos del show se estrenará en un flamante teatro de vanguardia de 25 millones de dólares, diseñado y construido específicamente para la producción musical. El Fantasma del Venetian presumirá de una innovadora serie de efectos especiales, incluyendo un lago sobre el escenario y una réplica explosiva de la lámpara de araña de la Ópera de París.

            Largo tiempo esperada por los fans de El Fantasma, la suntuosa adaptación cinematográfica del director Joel Schumacher lleva al público más allá de los límites del teatro y los sumerge en un vibrante mundo de romance, música, suspense y drama, mientras presenta la poderosa y apasionante historia a una nueva generación de cinéfilos.

            Originalmente publicada en 1911, la novela de Leroux ha inspirado numerosas películas y versiones televisivas de la cautivadora historia, que habla de un desfigurado genio musical que habita en las catacumbas de la Ópera de París y se enamora profundamente de Christine, su seductora y joven musa. “La versión de Andrew presenta al Fantasma más como un amante trágico y un sensible romántico, no sólo como una criatura horrorosa a la que temer”, observa Schumacher. “También convierte la relación del Fantasma y Christine en un romance mucho más amoroso que en la historia original”.

            “El Fantasma es una obra muy personal en mi carrera”, dice Lloyd Webber, el legendario productor-compositor de musicales tan renombrados como Jesucristo Superstar, Evita, Cats, Joseph and the Amazing Technicolor Dreamcoat, Starlight Express, Aspects of Love y El crepúsculo de los dioses. También ha ganado siete Premios Tony, tres Grammys, un Globo de Oro y un Oscar® de la Academia (por Evita).

            Tras llevar El Fantasma de la Ópera a Broadway en 1988, Lloyd Webber contactó con Schumacher para que dirigiese una versión cinematográfica del musical, habiendo quedado impresionado con su exitoso thriller de vampiros Jóvenes Ocultos. “Pensé que Joel tenía un increíble sentido visual y su empleo de la música en la película era excepcional”, recuerda Lloyd Webber. “Uno de los grandes placeres de colaborar con Joel es que tiene un gran oído para la música; realmente entiende cómo la música conduce la historia”.

            Después de su divorcio de la estrella de El Fantasma, Sarah Brightman, la talentosa cantante-actriz que interpretó el papel de Christine y fue la musa de Lloyd Webber durante la creación del musical, el compositor decidió posponer la producción de la película. En varios momentos durante los años que siguieron, Lloyd Webber pidió a Schumacher que colaborase en la adaptación, pero el director no estaba disponible, ocupado dirigiendo diversas películas de éxito como Batman Forever, Tiempo de matar, El cliente, Un día de furia y Última llamada.

            El destino y la oportunidad finalmente se encontraron en diciembre de 2002, cuando los viejos amigos se reunieron para cenar en Londres y Lloyd Webber propuso que unieran fuerzas para realizar la esperada producción. “Acababa de hacer una serie de películas crudas, más experimentales que las superproducciones para todos los públicos con las que había estado asociado en el pasado”, dice Schumacher sobre sus películas 8 milímetros, Flawless, Tigerland, Veronica Guerin y Última llamada, la cual rodó en apenas doce días. “El Fantasma parecía lo más alejado a doce días en una cabina de teléfonos que podía imaginar. He hecho muchos géneros diferentes, pero nunca un musical. Parecía un enorme desafío y eso me gusta”.

            Schumacher comenta que fueron los personajes de El Fantasma los que inicialmente le atrajeron al “extraordinariamente cinematográfico” proyecto en 1988, y volvieron a atraparle una vez más. “Una de las razones por las que esta trágica historia de amor ha sido parte de nuestra cultura desde que Gaston Leroux escribió su novela es porque nos identificamos con el Fantasma”, opina. “El Fantasma es una manifestación física de lo que cualquier ser humano siente que resulta odioso de sí mismo. Es un personaje desgarrador -muy parecido al Jorobado de Notre Dame y a la Bestia en La Bella y la Bestia”.

            El director también se sintió atraído para hacer la película porque “hay millones de personas que no pueden permitirse ver El Fantasma en un teatro legítimo, y mucha gente no vive en una zona donde puedan ir al teatro en el que se esté representando el musical. Piensa en películas como Sonrisas yLágrimas, West Side Story y Chicago. ¿Cuánta gente ha visto Sonrisas y Lágrimas en el teatro, en comparación con los millones de personas que han visto la película? Hay gente que ama la música de Andrew, y gente que siempre ha querido ver El Fantasma sobre un escenario, y ahora tendrán la oportunidad de ver una versión de ello”.

            Al adaptar su guión sobre el libreto musical, Schumacher y Lloyd Webber ahondaron en las historias de varios personajes clave e incorporaron el mundo de las bambalinas de la Ópera a la historia principal. “En el musical de teatro, tocamos la infancia del Fantasma, pero no retrocedemos visualmente en el tiempo para explorarla como hacemos en la película”, explica Lloyd Webber. “Es un cambio muy importante para nosotros, porque hace la situación del Fantasma incluso más comprensible”.

            “El show teatral se concentra en el Fantasma, Christine y Raoul”, argumenta Schumacher. “Nosotros no sólo queríamos dar al público una mayor perspectiva sobre cómo cada uno de estos personajes llegó a la ópera, sino que también tejimos la actividad tras el telón -los yeseros, fabricantes de atrezzo, fabricantes de pelucas, artistas escénicos, bailarinas y cantantes- en la historia”.

            Schumacher atribuye su fructífera colaboración con Lloyd Webber a una mutua confianza y respeto desarollados en el transcurso de sus quince años de amistad. “Tenemos un buen matrimonio creativo porque yo me ocupo del rodaje y él se encarga de la música”, explica. “Como mucha gente inteligente, Andrew no finge saber de cosas que en realidad no conoce. Él es un experto en música, así que concentró su brillante talento en los aspectos musicales de la película, y me dio una enorme libertad y su pleno apoyo para crear lo que yo pensaba que debería hacerse con el material”.

            Para Lloyd Webber, la esperada adaptación de su profundamente personal fenómeno teatral ha producido resultados muy satisfactorios. “La película se ve y suena fabulosamente y creo que es un extraordinario documento del show teatral”, dice entusiasmado. “Aunque no se desvía mucho del material escénico, la película le ha dado un centro emocional aún más profundo. No está visualmente basada en el teatro, pero aún así tiene exactamente la misma esencia. Y eso es todo lo que siempre pude haber esperado”.

LA MÚSICA DE LA NOCHE

 

            La grabación del reparto original de El Fantasma de la Ópera ha vendido más de 40 millones de copias en todo el mundo y es el disco de su género más vendido de todos los tiempos. Fue el primer álbum de un musical en la historia británica que entró en las listas en el número uno, y desde entonces ha sido oro y platino en Gran Bretaña y Estados Unidos. Las conmovedoras melodías y vibrante partitura le han valido al productor-compositor Andrew Lloyd Webber y a sus colaboradores incontables premios y elogios.

            “Andrew ha emocionado a millones de personas en todo el mundo”, dice Schumacher. “El Fantasma tiene una canción memorable tras otra, con algunas de las más bellas melodías que ha escrito nunca. Y las letras de Charles Hart son impresionantes”.

            “Esta música es increíblemente conmovedora y poderosa”, añade Gerry Butler. “La he escuchado mucho ahora, y sigue sin dejar de emocionarme”.

            Aunque las composiciones de El Fantasma son pegadizas, las canciones son en realidad muy sofisticadas y difíciles de cantar con propiedad. “La preparación que tenía del Metropolitan Opera no tuvo precio”, dice Emmy Rossum, que empezó a ensayar en la famosa sala de ópera de Nueva York con siete años. “No podría haberlo hecho sin la disciplina que me inculcaron en el Met”.

            La versión cinematográfica de El Fantasma brindó a Lloyd Webber la oportunidad de revisar las grabaciones originales y, apoyado en un presupuesto holgado, se dio cuenta de que podía permitirse crear una versión orquestal completa de su admirada partitura. El proyecto también le planteaba el desafío de escribir una canción completamente nueva y grandes secciones de música incidental para complementar el guión.

            Para ayudarle a llevar a cabo su visión musical de la película, Lloyd Webber recurrió a su equipo de confianza: el co-productor musical Nigel Wright y el supervisor musical Simon Lee. Wright ha trabajado con Lloyd Webber durante más de quince años, produciendo álbumes y vídeos de bandas sonoras, incluyendo la banda sonora de la película de 1996 Evita. Pero, como explica Wright, “El Fantasma es la que todos hemos estado años esperando para hacer. Es la más grande”.

            El largo proceso de audiciones y casting de El Fantasma -y la decisión de Lloyd Webber de que el reparto fuese capaz de cantar sus partes siguiendo unos standards de alta calidad- requirió que el supervisor musical Simon Lee comenzase su participación en febrero de 2003, siete meses antes de iniciar el rodaje. Lee trabajó con todos los actores principales, asegurándose de que su habilidad vocal se correspondía con las impecables exigencias de Webber. Lee ve su implicación en cada etapa fundamental para maximizar las habilidades del reparto, en particular del Fantasma, interpretado por Gerard Butler. “Gerry no era un cantante curtido en los escenarios, pero había cantado en una banda”, dice. “Ha sido una total revelación en el año que hemos pasado trabajando, y estoy muy orgulloso de sus logros”.

            Rodar cualquier película basada en la música implica un gran número de desafíos, pero filmar El Fantasma fue incluso más exigente que cualquier otro musical. Como explica Wright, “En todas las demás películas musicales que he hecho, ensayas, después pre-grabas toda la banda sonora y ruedas a partir de ahí. Lo que hicimos en El Fantasma de la Ópera fue ir un paso por delante del calendario de rodaje, para que las canciones en playback pudiesen ajustarse a las interpretaciones que estaban creciendo y desarrollándose durante los ensayos”.

            Este proceso de grabación y re-grabación era constante; incluso había un estudio de grabación instalado en la oficina de Lloyd Webber en los Estudios Pinewood, donde los actores podían, en cualquier momento, ser convocados para grabar nuevas voces y el playback ser alterado para la siguiente escena. Era un proceso totalmente orgánico para los actores y el equipo musical -pero no estuvo exento de dificultades. “Cuando empezamos la producción, estábamos tres semanas por delante del calendario de rodaje, pero al final, sólo íbamos con tres horas de adelanto sobre lo que se estaba rodando”, dice Wright. “Eran las seis de la mañana y estábamos pre-mezclando algo que se iba a rodar a las nueve”.

            El Fantasma se rodó utilizando estas pistas en playback provisionales, consistentes normalmente en una orquesta de 28 instrumentos, pero en ocasiones cuando Lloyd Webber lo consideraba necesario para el drama emocional de la escena, se recurría a una orquesta sinfónica completa.

            Algunas de las canciones más notables del montaje teatral y la película son “Think of Me”, el aria que lanza a Christine de corista a soprano protagonista; “Angel of Music”, el intenso dueto entre el Fantasma y su joven protegida; “The Phantom of the Opera”, el tema emblemático del Fantasma, con el que seduce a Christine en su guarida bajo la ópera; “All I Ask of You”, la romántica serenata de Christine y Raoul en la azotea; “Masquerade”, la espectacular pieza coral que provoca la más elaborada campaña de terror del Fantasma; y “The Point of No Return”, el escalofriantemente encendido dueto entre el Fantasma y Christine que tiene lugar durante la interpretación inagural de Don Juan Triumphant!, la ópera compuesta por el propio Fantasma.

            Patrick Wilson descubrió que su reacción al ver a Butler y Rossum interpretando “The Point of No Return” era similar a la de su personaje cuando Raoul observa la intensidad de la conexión de Christine con el Fantasma. “Pasé tres meses rodando la historia de amor con Emmy, oyendo hablar sobre este otro tipo”, recuerda Wilson. “Cuando finalmente les vi juntos y sentí la pasión que tenían el uno por el otro, fue descorazonador”.

            La finalización del primer montaje del director Joel Schumacher permitió a Lloyd Webber y su equipo evaluar qué elementos de la banda sonora serían re-orquestados y re-grabados, y revelaron la necesidad de nueva música incidental. Trabajando con su colaborador original, David Cullen, Lloyd Webber re-orquestó grandes partes de la banda sonora y escribió más de 15 minutos de nueva música para las secuencias que describen la turbulenta infancia del Fantasma como un incomprendido náufrago social, el trayecto en coche de Christine hasta la tumba de su padre y el emocional viaje de Raoul a un cementerio demasiado familiar. “Cuando vi por primera vez el viaje de Raoul al cementerio”, recuerda Lloyd Webber, “inmediatamente me sugirió no una repetición, sino que necesitábamos una nueva música, porque esa secuencia recuerda el pasado de Raoul que es revelado al principio de la película”.

            Además, una canción completamente nueva titulada “TK” es presentada en los créditos finales de la película.

            Para llevar a cabo la grabación final de la música de la película, una orquesta especialmente seleccionada fue reunida en Londres, muchos de cuyos miembros estaban familiarizados con la música de El Fantasma, habiendo trabajado en producciones teatrales y álbumes de Lloyd Webber. Lee dirigió a esta orquesta en los famosos estudios Abbey Road. “El resultado es un sonido verdaderamente suntuoso”, afirma, “exactamente como Andrew lo había concebido”.


EL REPARTO Y LOS PERSONAJES

             Para el director Joel Schumacher y el productor-compositor Andrew Lloyd Webber, confeccionar el reparto de su versión cinematográfica de El Fantasma supuso un desafío excepcional.

Schumacher veía la película como una joven y sexy historia de amor, y se propuso encontrar actores jóvenes y frescos para los papeles principales. Esto era especialmente vital en el caso de Christine, una ingenua huérfana adolescente que cree que la voz del Fantasma que la llama desde las sombras de la Ópera es el “Ángel de la Música” que su padre moribundo prometió enviarle.

            “Parte de la belleza del personaje es su inocencia, su unión con su padre y su creencia de que el Fantasma podría realmente ser una representación suya que llega desde más allá de la tumba”, señala Schumacher. “Necesitábamos encontrar a una joven que pudiese expresar una genuina inocencia y anhelo juvenil y, al mismo tiempo, teníamos que encontrar dos actores salvajemente carismáticos para interpretar a los dos hombres entre los que está dividida”.

            “Una de las marcas de fábrica de Joel es que encuentra jóvenes talentos que están a punto de explotar”, dice Lloyd Webber, que confió el aspecto interpretativo del proceso de casting a Schumacher mientras él se esforzaba en conseguir el perfecto “equilibrio vocal” entre los candidatos que demostraban poseer los talentos vocales para interpretar su libreto de sofisticadas canciones. “Era absolutamente crucial que tuviésemos gente que realmente pudiese cantar”, enfatiza, “porque las canciones guían toda la película”.

            Ambientada en París en 1870, El Fantasma de la Ópera narra la historia de un desfigurado genio musical que aterroriza a los moradores de la Opera Populaire, la principal sala de ópera de la ciudad. Cuando se enamora fatalmente de Christine, el Fantasma se consagra a crear una nueva estrella para la Ópera, ejerciendo una extraña sensación de control sobre la joven soprano mientras educa su extraordinario talento.

            El rol del Fantasma exigía un actor que irradiase una carismática intensidad. “Necesitábamos a alguien que tuviese un poco de sensibilidad de rock and roll en su interior”, dice Lloyd Webber. “Tiene que ser algo brusco, un poco peligroso; no un cantante convencional. Christine se siente atraída por el Fantasma porque es el lado bueno del peligro, así que teníamos que encontrar un actor que pudiese expresar esa cualidad vocal”.

            Los cineastas encontraron todas las cualidades que estaban buscando en Gerard Butler, más conocido para el público americano por su papel protagonista frente a Angelina Jolie en el éxito de 2003 Lara Croft Tomb Raider: la cuna de la vida. “Gerry Butler tiene una gran voz de tenor de rock”, elogia Lloyd Webber.

            “Vi a Gerry Butler en Drácula 2001 y tenía una increíble presencia en pantalla, quería conocerle”, recuerda Schumacher. “Es un actor maravilloso y sabía que sería un Fantasma impresionante”.

            Butler no estaba familiarizado con la producción teatral cuando Schuchamer le habló inicialmente del papel, así que escuchó la grabación del reparto original mientras leía el guión por primera vez. “Me dejó alucinado. Al final del guión, las lágrimas me rodaban por la cara”, dice el actor, que desde entonces ha visto el musical en Londres y en Broadway. “Realmente me identifiqué con el personaje del Fantasma, con su pasión, su anhelo y arte, así como con el dolor y soledad que ha sentido toda su vida”.

            “Pienso que es por eso por lo que El Fantasma es una obra tan poderosa, porque la gente se identifica con su dolor”, reflexiona Butler. “Cuanto mayor te haces, más bagaje tienes en tu vida -cosas que no quieres dejar marchar, cosas que temes que si las muestras al mundo, el mundo te encontrará repulsivo y horrendo”.

 

    

        Para preparar su audición con Lloyd Webber, Butler tomó lecciones de canto a escondidas, y ensayó con el director musical de El Fantasma, Simon Lee. Butler recuerda su momento de la verdad: “De repente me encuentro frente a Andrew  Lloyd Webber, en su casa. Simon estaba tocando el piano, recordándome que respirase, y pensé, ‘Voy a cantar “Music of the Night”, una de las canciones más famosas de todos los tiempos, para su compositor’. Las piernas me empezaron a temblar”.

            Butler continuó su entrenamiento vocal durante la producción, junto con clases de movimiento. “Necesitaba encontrar una voz y un modo de moverse para el Fantasma, para hacer bajar el personaje a la tierra”, explica. “Como estábamos haciendo una película y no un montaje teatral, muchos aspectos del personaje tenían que estar más basados en la realidad y ser menos melodramáticos, menos teatrales, y más reales y humanos”.

            La máscara del Fantasma, una imagen icónica de la producción teatral y un componente crucial de su personaje y de la historia, esconde una grotesca enfermedad que le hizo ser abandonado por su familia de niño, rechazado por la sociedad y relegado al rol de monstruo de feria. Butler hizo investigaciones sobre deformidades físicas para entender mejor al personaje, pero su experiencia llevando la prótesis de maquillaje del Fantasma -un proceso que requería de cuatro horas y media de aplicación- le proporcionó suficiente experiencia práctica en la que basarse. “Estaba sorprendido y disgustado por las miradas que me dirigían cuando me paseaba por el estudio. Quería gritar, ‘¿Cuál es tu problema? ¿Qué estás mirando?’ Eso ilumina la fealdad y la belleza que existe dentro de cada uno de nosotros, y eso es lo que esta historia representa para mí”.

            Seleccionar el papel de la dotada joven corista Christine fue otro desafío para los cineastas, ya que el personaje pedía una actriz que pudiese sugerir una genuina inocencia e imponer una sofisticada capacidad vocal. Mientras Schumacher se preparaba para hacer pruebas de pantalla a un puñado de potenciales Christine, conoció a Emmy Rossum, una actriz de 16 años que ofreció una memorable interpretación como la hija asesinada de Sean Penn en el drama ganador del Oscar Mystic River, fue la joven Audrey Hepburn en el telefilm de ABC The Audrey Hepburn Story, y se salvó de la hecatombe climatológica en El día de Mañana.

            “Un relámpago cayó cuando encontramos a Emmy”, se entusiasma Schumacher. “No sólo es una actriz exquisita, sino que Emmy ha ensayado en la Metropolitan Opera desde que tenía siete años. Apareció en el último momento y casi no hizo la prueba de pantalla porque tenía que ir a una reunión familiar en Las Vegas. Tuve que convencerla de que no se fuese”.

            “Nos conocimos un jueves, y Joel dijo ‘¿Puedes estar en Nueva York el sábado para una prueba de pantalla?’”, recuerda Rossum, que acababa de terminar su papel protagonista en El día de mañana. “Una semana después fui a cantar para Andrew a su casa, lo que fue muy estresante. Estaba practicando con el acompañante cuando Andrew entró en la habitación, se sentó sin presentarse y dijo ‘¿Empezamos?’”

            Como demostró en su audición, “Emmy tiene una voz fantástica”, asegura Lloyd Webber.

            Para preparar su papel, Rossum tomó lecciones de danza, viajó a la famosa Garnier Opera House de París, en la que la Opera Populaire está lejanamente basada, y visitó el Museo D’Orsay para estudiar las esculturas y pinturas de bailarinas de Degas, muchas de las cuales estaban basadas en las bailarinas de la compañía de la Garnier Opera. “El mayor desafío para mí fue encontrar un equilibrio entre mi voz y mi interpretación”, dice Rossum. “Era importante que mi actuación estuviese al mismo nivel que en una película normal, así que tenía que encontrar un lugar en el que mi voz y mi interpretación confluyesen de un modo que pareciera natural”.

            Rossum ve a Christine como un alma solitaria buscando el amor y protección que su padre le prometió antes de su muerte. “Christine está tan desesperada por encontrar un signo del amor de su padre que cuando escucha por primera vez la voz del Fantasma, quiere creer desesperadamente que es el “Ángel de la Música” que su padre prometió enviarle. Descubre que son espíritus gemelos, porque él también está solo y herido. Su relación comienza siendo de gran afecto y admiración porque se inspiran artísticamente el uno al otro. Pero cuando Christine empieza a madurar y se convierte en una mujer más segura de sí, el Fantasma comienza a verla de un modo diferente”.

            De hecho, el Fantasma se enamora obsesivamente de Christine -mientras ella se enamora del Vizconde Raoul de Chagny, el nuevo mecenas de la Opera Populaire y amigo de la infancia de Christine. “Todo lo que el Fantasma quiere es una compañera, alguien que le comprenda, alguien con quien hablar”, dice Butler. “Se ha acostumbrado al rechazo, pero hay un rechazo que no puede soportar y es el de Christine, porque ella se ha convertido en el único foco de su vida. Cuando ve que ella se siente atraída por Raoul, el Fantasma se ciega progresivamente por su ira y deseo. Piensa que si puede escribir esta ópera para ella, entonces ella le amará, o si puede llevarla a su guarida, hacerle ver su mundo, entonces ella finalmente le comprenderá”.

            “Creo que la relación de Christine con Raoul es su despertar romántico como adolescente, pero su atracción hacia el Fantasma es una unión muy sexual, muy profunda, muy conmovedora”, sugiere Schumacher. “Quizás si él no estuviese desfigurado y no se hubiese vuelto tan violento y demente, tal vez algún día hubiesen podido estar juntos. Lo que Emmy nos transmite tan bellamente en su interpretación es que siempre afronta la desfiguración del Fantasma con compasión”.

            En el papel de Raoul, los cineastas escogieron a Patrick Wilson, estrella de Oklahoma! y The Full Monty en Broadway, y nominado al Emmy por su interpretación en la miniserie de HBO Angels in America. “Había visto a Patrick en el teatro y sabía que cantaba muy bien”, dice Schumacher. “Es un actor con mucho talento y tiene la voz de un ángel”.

            Lloyd Webber estaba familiarizado con el trabajo de Wilson en Broadway cuando el joven actor viajó desde Londres para hacer una audición para él. “Patrick es uno de los grandes tenores líricos naturales del teatro. Interpretaba a Curly en Oklahoma!”.

            La interpretación de Wilson como Raoul representa una versión más dinámica del personaje de lo que el público ha visto en la producción teatral. “En el show teatral, Raoul tiene un papel muy menor en el triángulo amoroso, pero en la película, le hicimos un héroe romántico muy agresivo y valeroso”, señala el director. “Es incluso más atractivo para Christine -y una mayor amenaza para el Fantasma”.

            “El papel fue más dinámico y desafiante de lo que había supuesto”, dice Wilson, que se sometió a un proceso de maquillaje de cinco horas para envejecerle hasta los 70 años para las secuencias que tienen lugar en 1919. “Cabalgué sin silla en la película, que es una experiencia incomparable a ninguna otra, y eso era lo que yo quería. No quería fingir nada; quería evocar el entusiasmo de vivir que la gente tenía entonces. En aquellos días la vida se vivía muy dramáticamente. Morías joven, así que cuando encontrabas el amor, ibas tras él”.

            La versátil actriz Miranda Richardson, nominada al Oscar por sus papeles en Tom & Viv y Herida, interpreta a Madame Giry, la profesora de ballet que sabe más sobre los misteriosos sucesos en la Opera Populaire -y sobre el Fantasma- de lo que se atreve a revelar. “Miranda ha sido una de mis actrices favoritas desde que la vi en Bailar con un Extraño”, dice Schumacher. “No puedo expresar la brillantez que aportó al papel de Madame Giry”.

            Para ampliar el papel de Madame Giry en el guión, Schumacher y Lloyd Webber penetraron más profundamente en el turbulento pasado del Fantasma. “Madame Giry es fundamental para entender porqué el fantasma está en la Ópera”, dice Richardson, aclamada internacionalmente por su memorable interpretación en Juego de Lágrimas. “La vida del Fantasma es muy teatral, y hay un elemento en eso que ella adora. La Opera Populaire es su mundo, su familia, su vida”.

            “En el show, Madame Giry es muy rígida, muy dura con las chicas del ballet, y ella es un poco como un signo de exclamación”, continúa Richardson. “Pero también es romántica y apasionada y hablé con Joel para mostrar más este aspecto de ella en la película”.

            “Quería contarle al público más sobre la relación de Madame Giry con el Fantasma, porque siempre ha sido un misterio”, dice el director. “Cuando me reuní con Miranda para hablar sobre el papel, fue la primera reunión con una actriz en la que sentía que era ella la que me estaba haciendo una audición a mí. Tenía una lista de unas cien preguntas que hacerme, y eso me encantó”.

            “Me atraía la idea de trabajar con Joel, especialmente en un proyecto tan lujoso y opulento como El Fantasma”, dice la actriz. “Me gusta tener esa sensación de trabajar en un decorado y ocasionalmente quedar atontada por las dimensiones de todo lo que me rodea”.

            Careciendo de preparación en danza clásica, Richardson participó en clases de ballet con otros miembros del reparto. “Pensé que era importante conocer los rigores de ese mundo”, dice. “Aunque Madame Giry ya no baila en solitario, está dirigiendo una compañía, y tiene un alto grado de conocimiento y respeto por la disciplina”.

            El único miembro del elenco de la Ópera cuyo personaje amenaza con eclipsar la amenazadora presencia del Fantasma es la temperamental diva de la compañía, La Carlotta. Minnie Driver, talentosa actriz conocida por sus interpretaciones en el drama ganador del Oscar El indomable Will Hunting y en la comedia de la NBC Will & Grace, interpreta a la volátil soprano italiana.

            “Carlotta es como la versión en 1870 de David Beckham, Madonna y Kylie Minogue en una sola persona”, describe Driver. “Es una enorme presencia, y en su mente, todos los demás existen como satélites a su alrededor”.

            Aunque es una cantante de talento, Driver no interpretó sus propias canciones en la película -sus partes fueron dobladas por la cantante de ópera Margaret Preece, quien había interpretado el papel sobre los escenarios. Driver, sin embargo, creó diálogos adicionales en italiano para improvisar los torrentes de improperios de Carlotta. “Canalicé a mi diva interior”, dice riendo. “Cuando discutíamos el personaje, Joel dijo, ‘Nadie ha pagado nunca por ver una interpretación contenida’. Simplemente me provocó e hizo que me dejase llevar”.

            “Sabía que Minnie estaría estupenda, pero me sorprendió a mí y creo que a sí misma lo fantástica que realmente es”, dice Schumacher. “Algunos de sus mejores momentos están improvisados porque tiene un maravilloso sentido del humor. Minnie era perfecta para este papel -es divertida, escultural y superó el divismo de las divas”.

            Los nuevos responsables de la Opera Populaire, Gilles Andre y Richard Firmin, llegan al teatro durante las pruebas de vestuario para la producción de la ópera épica Hannibal y encuentran a Carlotta amenazando con marcharse antes de que el telón se levante para la noche de estreno. Y eso no es todo lo que les aguarda: una ominosa carta del Fantasma amenaza con graves consecuencias si la nueva dirección no satisface sus numerosas exigencias.

            Los consumados actores Simon Callow (Shakespeare in Love) y Ciaran Hinds (Camino a la perdición) interpretan al fanático del teatro Andre y al devoto de las finanzas Firmin, respectivamente. “Andre está interesado en el lado artístico y cultural del teatro, mientras Firmin está más preocupado por llenar la sala”, dice Hinds, quien co-protagonizó con Cate Blanchett el thriller de Schumacher Veronica Guerin. “Joel me dijo que pensase en Firmin como un vendedor de coches usados, ligeramente ostentoso y extravagante”.

            “Andre y Firmin están unidos como gemelos siameses”, añade Callow. “Hicieron su fortuna con la chatarra y están muy excitados por estar introduciéndose en el mundo del teatro, pero como mucha gente antes que ellos, llegarán a lamentarlo”.

            Completando el reparto de El Fantasma están James Fleet (Sentido y Sensibilidad) como Lefevre, el encargado retirado del teatro; Victor McGuire (Lock & Stock) como el gran cantante barítono Piangi; y Jennifer Ellison (Brookside) en el papel de la joven amiga de Christine, Meg Giry.

DISEÑANDO EL MUNDO DE EL FANTASMA

             El popular show teatral en que está basada El Fantasma de la Ópera de Andrew Lloyd Webber está ambientado en París hacia 1870, una época de gran excitación, opulencia y pasión. “Este período fue un momento dorado, inocente”, señala Joel Schumacher, “justo antes de que los prusianos llegaran a las puertas de París y estallase la guerra franco-prusiana”.

            La época y el ambiente específico de la historia, evocados brillantemente por la desaparecida Maria Bjornsson para la producción teatral de Lloyd Webber, tenían que ser más realistas e imaginativos a la vez para la adaptación cinematográfica. La misión de capturar el espíritu de la época e infundirle una estilizada, realzada realidad recayó en el diseñador de producción Anthony Pratt.

            “He sido un gran fan de Tony desde hace mucho tiempo y tuvimos la suerte de contar con él”, dice Schumacher sobre el diseñador, que recibió una nominación al Oscar por su trabajo en Esperanza y gloria y una nominación al Emmy por diseñar la aclamada miniserie de HBO Hermanos de Sangre.

            “Me sentí atraído por la película porque es un gran proyecto de diseño”, dice Pratt. “Todo el conjunto es tan atmosférico que resulta maravilloso diseñarlo y supuso un desafío para todo el departamento artístico”.

            Inspirado por la belleza y poder del montaje escénico de Bjornsson, Pratt analizó el trabajo de pintores de la época -como John Singer Sergeant, Caillebotte y Degas- y viajó a la Ópera de París para concebir un inmenso plan de diseño romántico, que acentuaría el romance gótico de la historia.

            Los decorados de El Fantasma fueron construidos en ocho platós en los Estudios Pinewood, donde, en el transcurso de 40 semanas, el equipo de Pratt utilizó 73 toneladas de acero, 15.000 litros de pintura, más de 92 millas de madera y 51 millas de andamiaje para dar vida a sus ambiciosos diseños.

            El principal desafío de Pratt fue crear la Opera Populaire, el suntuoso teatro parisino en el que se desarrolla la acción.

            El ficticio escenario de la película está lejanamente basado en la Ópera de París, la sala de ópera más grande del mundo, también conocida como la Opera Garnier en recuerdo de su arquitecto, Charles Garnier. Como observa Schumacher, “La Ópera de París es bella, pero es un gran edificio municipal con un sentimiento burocrático. Quería que la Opera Populaire fuese íntima, con el sentimiento de un sexy personaje femenino, en vez de sólamente un edificio”.

            Además de representar la visión de Schumacher para la Ópera, Pratt se esforzó en subrayar el esplendor del teatro con una sensación de presentimiento. “Me impactó el estremecimiento subyacente de la historia”, dice. “Quería introducir una cualidad macabra en cada decorado”.

            Los diseños de Pratt para la Opera Populaire representan una sugerencia de la Opera Garnier y su opulencia, sin usar ninguno de sus detalles específicos. Su equipo construyó un teatro de 886 asientos con dos plantas, adornado con sensuales figuras bañadas en oro enroscadas alrededor del escenario. Las cortinas y tapizados de terciopelo rojo sangre están enmarcadas por un glorioso arco del proscenio.

            Uno de los detalles más espectaculares del diseño del auditorio -y una pieza del decorado crucial en la historia- es la lámpara de araña que adorna el techo abovedado del teatro. En un momento climático de la película, el enfurecido Fantasma hace caer la lámpara sobre el público, provocando que la Ópera sea pasto de las llamas. Para satisfacer las diversas necesidades de la producción, se crearon tres versiones de la araña: una para el rodaje diario; una réplica para rodar las escenas del accidente; y una versión con electricidad para las escenas ambientadas en 1919, que proporcionan perspectiva narrativa a la historia.

            Pratt basó su diseño en la forma y tamaño de la araña que adorna el Garnier. “La araña del Garnier es magnífica, pero tiene mucho metal externo, y Joel quería que la nuestra fuese principalmente de cristal”, explica. “La silueta de la nuestra es similar a la del Garnier, pero añadimos mucho más cristal y no tanta ornamentación”.

            Con una medidas de 17 pies de altura por 13,2 de ancho, la lámpara pesa 2,2 toneladas y está valorada en más de 1,3 millones de dólares. La pieza está adornada con más de 20.000 piezas de cristal de Swarovski. Apreciadas en todo el mundo por su brillantez y lustre sin rival, y por la perfección de su corte de precisión, las piezas de Swarovski, hechas de cristal ópticamente puro, han iluminado algunos de los interiores más dramáticos e históricos de todo el mundo, desde la Metropolitan Opera House de Nueva York al Palacio de Versalles de París.

            Llevó cuatro meses construir y cuatro días ensamblar la araña en los Estudios Pinewood, donde fue después elevada hasta el techo abovedado del Auditorio, que fue reforzado para soportar el peso de la impresionante pieza. La parte superior del decorado se construyó en torno a la lámpara después de ser izada.

            El escenario del deslumbrante baile de máscaras de la película es el gran vestíbulo del teatro. Debido a las limitaciones de rodar en un plató, así como al encuadre horizontal de la cámara, Pratt no imitó la inmensa altura del vestíbulo de Garnier en la Ópera de París, sino que en su lugar diseñó un majestuoso espacio que exuda la abrumadora grandeza del Garnier de un modo horizontal, más que vertical.

            Según Pratt, “El desafío era hacer el vestíbulo tan interesante como fuese posible a base de cruzar la pantalla, en vez de ir en perpendicular con él, como hace Garnier. Estábamos trabajando directamente en contra de lo que él había hecho, pero nos inspiramos en sus maravillosamente estructuradas escaleras. La nuestra está diseñada en dos niveles, y añadimos escaleras en curva, ornamentadas galerías, provocativas estatuas, suelos de mármol y paredes llenas de espejos”.

            A sugerencia de Schumacher, el mundo de las bambalinas de la Opera Populaire fue recreado en el Túnel Norte de Pinewood, un pasaje de servicio que no suele utilizarse para rodar, para crear la sensación de las laberínticas zonas de talleres y camerinos del teatro. El equipo de Pratt creó un mundo de intrincados detalles, desde los camerinos a las salas de ensayo, vestuarios, fabricantes de pelucas, almacenes de atrezzo y de decorados.

            La proximidad del túnel al plató principal del estudio permitió a Schumacher y al director de fotografía John Mathieson (Gladiator) mover la cámara ininterrumpidamente entre la acción que tiene lugar en el teatro y sus aledaños, el escenario, el auditorio y la frenética actividad en las bambalinas.

            “Durante mi investigación para la película, descubrí que en el apogeo de la Ópera de París, 750 personas vivían y trabajaban allí”, dice Schumacher. “Fue una gran inspiración imaginar cómo mucha gente bohemia, artística e interesante debe haber venido de todas partes del mundo para formar parte de eso. En el montaje teatral, el drama se concentra en los tres personajes principales, pero en la película, llevamos al público al mundo que hay detrás del escenario, e incorporamos múltiples pequeños dramas a la historia”.

            La azotea de la Ópera es el escenario de una romántica aunque siniestra escena en la que Raoul se declara a Christine, ignorando que el Fantasma está acechando en las sombras, al tiempo destrozado y furioso por lo que interpreta como la traición de Christine a su amor y devoción.

            Pratt quería que el decorado de la azotea tuviese un sentimiento “bello y romántico, pero también escalofriante”. Con este fin, adornó la azotea con grandes, imponentes estatuas, inspiradas en figuras similares que Garnier instaló en lo alto de la Ópera de París, y también en la propia época, porque 1870 fue la era de Rodin. El diseñador contrató a 14 escultores para que creasen todas las estatuas de la azotea, el auditorio y el vestíbulo, además del decorado del cementerio, escenario de una dramática confrontación entre Raoul y el Fantasma.

            “Fuimos muy afortunados por encontrar gente de tanto talento que pudiese esculpir de este modo tan figurativo y académico”, piensa Pratt. “Sin unos escultores tan buenos, nunca hubiésemos podido hacer este tipo de decorados, el éxito de los cuales dependía de la calidad de las esculturas”.

            El descenso de Christine a la guarida del Fantasma, escondida en lo más profundo de las catacumbas de la Ópera, representa su viaje metafórico de jovencita ingenua a embelesada soprano, a medida que se siente progresivamente cautivada por el oscuramente carismático hechizo de su mentor.

            Pratt reconoce el mérito de la inteligente escenificación que Maria Bjornsson hizo del viaje de Christine, el cual tiene lugar en una góndola guiada por el Fantasma a través de una serie de esclusas que revelan una fantástica gruta modelada como un muelle. “Ella creó un maravilloso efecto utilizando una serie de rampas para provocar la ilusión de descenso mientras la barca se desliza entre hielo seco y candelabros. Es brillantemente teatral, pero en la película, teníamos que ser mucho más literales y construir físicamente todo el mundo del viaje de Christine”.

            Para los momentos iniciales de esta secuencia, Pratt diseñó un largo corredor serpenteante y una voluptuosa escalera de caracol. Cuanto más profundo desciende Christine, más rica y macabra se vuelve la arquitectura. Iluminadas sólo por antorchas, las húmedas paredes están adornadas por gárgolas, figuras grotescas y enmohecidos carteles de la ópera.

            La escalera conduce a un lago, donde la barca del Fantasma está amarrada. Él implora a Christine que cante, y mientras su voz asciende, unas velas surgen mágicamente del agua, ya encendidas, saludando la llegada de Christine al santuario secreto del Fantasma.

            Cuando el Fantasma enciende más velas, revela más de su guarida, incluyendo enormes espejos cubiertos por polvorientas sábanas, candelabros rodeando su órgano de tubos y una segunda gruta, dominada por una gran cama negra y rodeada de visillos.

            La ambientación de la guarida –simultáneamente bella, siniestra y sensual- contrasta con la excitación y exhuberancia de la Ópera. “Mi concepto para su viaje era empezar siendo arquitectónicamente sinceros y después volvernos más extraños y bizarros a medida que descendíamos”, explica Pratt. “El desafío era intentar convertirlo en un compendio del extraño aura de las otras partes del teatro, de modo que la guinda final del pastel es la guarida del Fantasma”.

            Aunque la Opera Garnier estaba construida sobre un río subterráneo que desemboca en un lago artificial por debajo de él, Pratt descubrió que, “no es terriblemente cinematográfico, así que tuvimos que ir un paso más allá”, para crear un mundo acuático merecedor de ser el lujosamente dramático escondite del Fantasma. Se construyó un tanque dentro de las paredes del plató para sumergir la totalidad de la guarida en unos dos pies de agua, y un tanque de diez pies situado bajo el decorado también se inundó para crear una profundidad adicional.

            Pratt también fue responsable del diseño de los decorados para las tres óperas representadas por el elenco de la Opera Populaire en la historia. Para Hannibal, una gran épica romana, Pratt utilizó una paleta de “embriagadores dorados y rojos”. En contraste con la presuntuosidad de Hannibal, la ópera cómica Il Muto presenta “colores pálidos y un toque general más ligero”. La representación final, Don Juan Triumphant!, es una ópera de tema español escrita originalmente por el Fantasma. Pratt siguió específicamente la visión de Schumacher para el decorado escarlata, negro y marrón oscuro de Don Juan, con su pasión e intensidad acentuadas por una dramática escalera de caracol, dos torres, un puente y un círculo de fuego.

            “Todo el concepto de Don Juan es, desde el punto de vista del Fantasma, una trampa”, explica Schumacher. “Es su último intento desesperado por retener a Christine. No es una pequeña ópera, sino muy peligrosa, oscura y audaz, como su obsesión por Christine. El Fantasma coreografía Don Juan para que en el clímax Christine alcance la parte superior del puente, donde es primero seducida y después atrapada”.

            Tras filmar todas las escenas que tienen lugar en la Opera Populaire en 1870, el equipo de Pratt “desvistió” tres decorados para las secuencias que tienen lugar en 1919, las cuales reflejan el decadente deterioro del teatro tras el destructivo reinado del Fantasma: el exterior del teatro, el vestíbulo y el auditorio. Rodadas en blanco y negro, estas escenas suponen un crudo contrapunto al colorista esplendor de la Ópera en la cima de su popularidad.

            “Desconchamos las estatuas y los trabajos de escayola, los envejecimos, hicimos jirones las cortinas y lo llenamos todo de polvo”, dice Pratt. “Los pájaros volando a través de los agujeros en el techo son un gran detalle, creo”.

 

VESTUARIO Y MAQUILLAJE: CREANDO LA IMAGEN DE EL FANTASMA

             En conjunción con el diseño de decorados, el vestuario en El Fantasma de la Ópera de Andrew Lloyd Webber recrea el suntuoso mundo del París de 1870. Joel Schumacher acudió a Alexandra Byrne, una veterana diseñadora de vestuario para cine y teatro, nominada al Oscar por su trabajo en Elizabeth y Hamlet, para que diseñase el inmenso guardarropa de El Fantasma.

            “Siento un gran respeto por Alex”, comenta Schumacher. “Alguien que puede hacer que Elizabeth, que está ambientada en un período particularmente poco favorecedor para las mujeres, luzca tan bien como Alex lo consiguió, tiene verdadero talento. También tiene un enfoque muy contemporáneo e inusual del diseño de vestuario. Trabaja de dentro hacia afuera, lo cual me encanta de ella”.

            En los talleres de los Estudios Pinewood y en Londres, Byrne y su equipo crearon a mano 300 trajes para la ambiciosa producción, y modificaron otros 2000 obtenidos a través de una extensa exploración de casas de vestuario por toda Europa.

“Lo mejor de trabajar con Joel es que es muy claro respecto a lo que quiere”, señala Byrne. “Para El Fantasma, la referencia visual que nos proporcionó fue la película El Gatopardo. Los trajes en El Gatopardo son increíblemente bellos y muy ingeniosos. No son esclavos de la época o de lo que yo llamo ‘vestidos de museo’. Están pensados para contar la historia”.

            Con la visión de Schumacher en mente, Byrne viajó a París para investigar el mundo de la Opera Garnier y para estudiar las vestimentas y actitudes de la ciudad hacia 1870. “Lo aprendí todo sobre la época para poder desecharlo y reinterpretarlo por mí misma”, dice Byrne.

            Aunque creó una “representación realzada del periodo”, la diseñadora tenía que mantener una continuidad visual entre el extenso elenco de personajes, muchos de los cuales interpretan tres óperas, dos ballets y escenifican un baile de máscaras a lo largo de la historia. Y, a diferencia de la producción teatral, la película se sumerge en el mundo de las bambalinas de la Opera Populaire, lo que requirió que Byrne vistiese al reparto de un modo naturalista que represente la frenética actividad detrás del escenario del teatro.

            “La escala de la película pasa de ser un dueto de dos personajes a una enorme pieza dramática y vuelta a empezar, así que el desafío era crear un estilo equilibrado que realzara la historia de amor y sumergiera al público en ese mundo sin distraerle”, explica Byrne. “Entretanto, estos no son sólo disfraces para contemplar. También tenían que ser prácticos para las grandes piezas coreografiadas. Así que había muchas exigencias que cumplir”.

            Quizás el personaje más difícil para el que diseñar era el homónimo Fantasma, para quien Byrne tenía que crear un vestuario que representase un sentimiento de misterio, carisma y peligro sobre un hombre que a menudo está oculto entre las sombras. “Se trata de siluetas, formas y sensualidad”, dice Byrne sobre sus diseños para el Fantasma. “El punto de partida era la silueta, ver como se mueve el traje, las formas que se crean y cómo esas formas resuenan. El desarrollo y la estilización se originaron durante las pruebas de Gerard, mirando los cuellos, proporciones y formas y viendo cómo funcionaban sobre su cuerpo”.

            Una faceta crucial en el vestuario del Fantasma es su icónica máscara, la cual, al igual que la prótesis de maquillaje que Butler lleva debajo, tuvo que ser re-imaginada para la película, donde el público tiene su primera visión cercana del desfiguramiento facial del Fantasma y del disfraz que lleva para ocultarla. “Hicimos infinidad de prototipos para desarrollar la forma, la textura, el material y el ajuste de la máscara”, dice Byrne, que trabajó íntimamente con la maquilladora y estilista Jenny Shircore para crear un diseño que fue finalmente realizado en un cuero muy fino.

            Al igual que el diseño del vestuario y la máscara del Fantasma, su subyacente deformidad física tenía que ser representada convincentemente, sin ofender al público en el proceso. “No queríamos que su desfiguración fuese horriblemente grotesca”, reconoce Byrnes. “Se trataba de intentar encontrar a la auténtica persona bajo la máscara. Queríamos que el público viese su atractivo, su ira y su vulnerabilidad”.

            Shircone, ganadora del Oscar en 1999 por su trabajo en Elizabeth, basó su diseño para la desfiguración del Fantasma en una enfermedad, subrayando el pasado del personaje como un incomprendido monstruo de feria. Se hizo un molde de la cara de Butler, a partir del cual se crearon prótesis de gelatina que después eran aplicadas durante un proceso de cuatro horas.

            Diseñar el personaje de Christine, la cautivadora joven soprano interpretada por Emmy Rossum, planteaba una serie completamente diferente de desafíos, ya que “apenas vemos nunca a Christine con sus propias ropas”, dice Byrne. “Casi siempre viste sus ropas de escena. Establecer y ayudar a desarrollar un personaje que lleva vestidos teatrales en vez de sus propias ropas es muy difícil”.

            Compitiendo con el Fantasma por los afectos de Christine encontramos al nuevo patrocinador de la Opera Populaire, el Vizconde Raoul de Chagny, quien además resulta ser su amor de la infancia. “Joel veía a Raoul como un caballero, romántico y muy satisfecho de sí mismo”, dice Byrne sobre el personaje interpretado por Patrick Wilson. “Probamos con Patrick modelos ya existentes para encontrar formas, estilos, colores y texturas que funcionasen para establecer esas cualidades”.

            Uno de los personajes con el que Byrne disfrutó más realizando diseños fua La Carlotta, la diva reinante de la Opera Populaire, interpretada por Minnie Driver. “Carlotta es muy divertida porque es un personaje más grande que la vida”. “Me encanta vestir a mujeres altas, y trabajar con Minnie es fantástico porque ella entiende las ropas y cómo funcionan sobre su cuerpo. Dicho esto, los diseños fueron mucho más duros de lo que esperaba”.

            El impresionante modelo que representa la idea de Carlotta de un “vestido de diario” requirió la mayor cantidad de tela de todas las piezas hechas a mano: 27 metros de seda púrpura oscuro. Según Byrne, se requirió tanto material no sólo por la estatura de Driver, sino por “la distancia desde la cintura del vestido hasta el suelo que estábamos cubriendo de tela. Además, la tela de la época no es fuerte como la seda. Es como el papel de tafetán, muy insustancial, y esa es la razón por la que necesitábamos tanta”.

            Como los trajes de los protagonistas, el vestuario para el elenco de la compañía teatral y sus propietarios son versiones estilizadas de ropas de la época. Para Madame Giry, la severa pero compasiva profesora de ballet de la Ópera, Byrne vistió a la actriz Miranda Richardson para “dar a su personaje algo de calidez, ternura y un ligero pasado bohemio”.

            En el caso de los entusiastas nuevos propietarios del la Ópera, Andre y Firmin, Byrne subrayó los divergentes caracteres de los personajes acentuando los diferentes físicos de los actores. “Joel me dio dos formas físicas muy diferentes con las que trabajar”, dice Byrne sobre Ciaran Hinds (Firmin) y su notablemente más bajo homólogo Simon Callow (Andre). “Simplemente estrechando los pantalones de Simon, enganchándoselos ligeramente al dobladillo, exagera su fantástica forma natural hasta convertirse en una versión extrema que realmente le hace destacar”.

Además de vestir a los personajes de la historia, Byrne también creó vestidos para las representaciones que tienen lugar en la Ópera. La decidida diseñadora creó muchos de sus propios tejidos para las secuencias, estampando diseños sobre material existente, observando pragmáticamente que “los tejidos son la parte más difícil de cualquier vestido. Puedes tener todas las ideas del mundo pero si no consigues el movimiento adecuado en el tejido, por no hablar del color, dibujo y medidas, entonces no funciona”.

La primera ópera representada en la historia es Hannibal, una ópera épica ambientada en tiempos de Roma. “La dirección de Joel para Hannibal iba a ser vulgar, así que seguí esa idea”, bromea Byrne, quien compró un bello tejido del siglo XIX que fue fotográficamente convertido en una pantalla y después estampado en una gran cantidad de barato forro de algodón para cortinas, creando cientos de metros de material para los vestidos del coro.

            La maquilladora Jenny Shircore complementó los asombrosos diseños de Byrne con su plan de presuntuosos maquillajes. “Para las batallas en Hannibal, creamos maquillajes de pintura de guerra victoriana, usando llamativos azules y rojos”, explica. “Queríamos que las pelucas y las barbas tuviesen el aspecto de haber sido hechas en el almacén de pelucas de detrás del escenario, sin el acabado profesional que las pelucas y las barbas tienen hoy. Después las teñimos para darles un aspecto brillante, chillón”.

            En contraste con la colorista Hannibal está la segunda pieza teatral de la película, la ópera cómica del siglo XVIII Il Muto, para la cual Byrne y Shircore utilizaron una paleta más pálida de rosas, azules y blancos para conseguir el aspecto de “dulces con azucar espolvoreado”. Este efecto es acentuado por el tejido de cristal que Byrne y compañía utilizaron para los trajes, que refleja los colores de los decorados del diseñador de producción Tony Pratt.

            “Las pelucas de ese periodo eran muy grandes, así que realmente no reparamos en gastos con la peluca de Carlotta, que la hace parecer incluso más alta y dramática”, dice Shircore. “El maquillaje teatral de la época es espeso, maquillaje agrietado de carnaval. Pero Joel quería que todo en Il Muto fuese bello, así que era una interesante combinación establecer el aspecto victoriano de la época mientras lo manteníamos atractivo para el ojo moderno”.

            La última representación teatral es la composición original del Fantasma, Don Juan Triumphant! Byrne y Shircore crearon un aspecto oscuro, llamativo para la climática ópera de tema español. “Don Juan fue la más difícil porque es el diseño del propio Fantasma”, relata Byrne, “así que tratamos de apartarnos de todo lo que habíamos hecho antes. Llegamos a la idea de que él realmente ha pintado los trajes casi en un estilo de graffiti. Parecen brutales, y diferentes a cualquier otra forma vista en la película”.

            Para la resplandeciente secuencia de la mascarada, en la cual la Opera Populaire acoge un baile de máscaras para celebrar el Año Nuevo y la aparente desaparición del Fantasma del teatro, Byrne seleccionó una paleta de negros, blancos, dorados y platas para añadir una “fuerza general” al deslumbrante despliegue visual. “Esto también brinda al Fantasma una gran plataforma cuando súbitamente aparece en el baile y está vestido de la cabeza a los pies de oro y escarlata”, explica. “Vestimos a Christine de rosa porque, en este punto de la historia, ella está atraída por su hechizo”.

            La diseñadora complementó a los casi 200 extras con tiaras con motivos de estrellas y joyería que ella misma creó incorporando piezas de lámparas de luces del mundialmente renombrado fabricante de cristal Swarovski, que proporcionó más de 20.000 piezas para la construcción de la magnífica araña de la Opera Populaire, un elemento clave de la leyenda de El Fantasma.

            Refiriéndose a los miles de vestidos que ella y su equipo diseñaron y elaboraron para la película, “Nunca me he sentido tan cansada al final de un trabajo”, admite Byrne con buen humor. “La escala y extensión de todo era simplemente masiva”.


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